ChatGPT no salvará el planeta: especialistas alertan sobre el costo ambiental de la IA en la FIL 2025
La inteligencia artificial promete ayudarnos a enfrentar crisis globales, pero su propia existencia podría empeorar la situación ambiental que pretende resolver. Con esa paradoja comenzó la charla “ChatGPT, por favor genera tecnologías sostenibles. El problema medioambiental de la IA”, celebrada este viernes 5 de diciembre en la Rambla Cataluña, como parte del programa FIL Pensamiento.
Moderada por Nadia Mireles, directora general de UDGVirtual y UDG+ (Aprendizaje Digital para Toda la Vida), la charla reunió dos voces desde la filosofía, el arte y la tecnología: Miguel Alberto Zapata, doctor en Filosofía de la Ciencia por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y Lluís Nacenta, músico, curador e investigador catalán.
Desde el inicio, Mireles advirtió que la IA “no es una nube; es minería, es energía, es agua”, recordando que almacenar y entrenar modelos de IA consume cantidades comparables al gasto de ciudades enteras. Estudios citados por la ONU señalan que una búsqueda en ChatGPT puede requerir hasta diez veces más energía que una búsqueda en Google, mientras que los centros de datos de Estados Unidos consumen tanta agua como una ciudad de un millón de habitantes.
Fármaco: solución y veneno
El primer ponente, Miguel Alberto Zapata, planteó el núcleo del problema: la IA representa una herramienta con propiedades de fármaco.
“El fármaco puede ser remedio, pero también veneno”, explicó Zapata. La paradoja, añadió, surge porque la IA se presenta como solución a la crisis climática, al ser capaz de analizar datos, predecir tendencias y optimizar recursos, pero “su uso masivo agrava un problema que ya teníamos”.
Señaló que el discurso optimista está dominado por lo que Evgeny Morozov llama “tecnosolucionismo”, una fe absoluta en que “toda crisis debe tener una solución tecnológica puntera”. Sin embargo, advirtió que esa visión invisibiliza la dimensión material de la IA, que requiere extracción de minerales, gigantescos centros de cómputo y gasto hídrico intensivo.
Sin expertos absolutos y sin soluciones mágicas
En respuesta, Lluís Nacenta tomó el guante: “Los expertos en inteligencia artificial, en rigor, no existen”. Para él, el debate no puede quedar sólo en manos de ingenieros.
“No podemos confiar sólo en especialistas. Su respuesta siempre será 'echen más carbón’”, dijo. Por eso, argumentó que la IA debe discutirse desde todas las disciplinas: arte, humanidades, ciencia política, filosofía y sociedad civil.
En este sentido, Nacenta fue tajante: “ChatGPT nunca va a resolver este problema porque no es su problema. Es una máquina insostenible que consume energía y agua demenciales”.
Repensar la eficiencia y hacer presión social
Una de las propuestas clave fue cambiar la noción de eficiencia. Zapata argumentó que no basta con hacer modelos menos costosos.
“La eficiencia debe ampliarse para considerar los efectos nocivos que genera un sistema. Un sistema será más eficiente cuando reduzca sus impactos negativos”, afirmó.
También insistió en presionar social y políticamente a los desarrolladores de IA: “Los gobiernos deben establecer normativas claras y evitar que los centros de datos se instalen en regiones con estrés hídrico”.
Tecnologías e inteligencias locales
La charla giró entonces hacia un concepto central: la diversidad tecnológica.
Nacenta citó al filósofo Yuk Hui y cuestionó: “Si asumimos la multiculturalidad, ¿cómo seguimos pensando que la técnica es una sola?”. Propuso imaginar una IA mexicana, con propósito, estética y valores propios.
Zapata complementó recordando al historiador mexicano Eli de Gortari, quien décadas atrás planteó la idea de “tecnologías autóctonas”. Para él, pensar en inteligencias artificiales locales y no hegemónicas es clave.
“Si el fin es extractivista, el medio también lo será. Si el fin es emancipatorio y plural, los medios deberán adaptarse”, afirmó.
La charla cerró con el recordatorio de que la IA no es abstracta: tiene territorio, consume recursos y reproduce desigualdades. El reto no es que ChatGPT diseñe un planeta sostenible, sino diseñar sociedades, políticas y tecnologías que no dependan ciegamente de él.
“ChatGPT no salvará el planeta; el debate democrático, la tecnodiversidad y la acción universitaria sí pueden hacerlo”, concluyó Mireles.
Atentamente
“Piensa y Trabaja”
“1925-2025. Un Siglo de Pensar y Trabajar”
Guadalajara, Jalisco, 5 de diciembre de 2025
Texto: Luis Ignacio Macías | Gaceta UdeG
Fotografía: Abraham Aréchiga
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