Es un privilegio hacer cine y poder vivir de lo que uno disfruta: Francisco Lombardi

Uno de los directores más representativos del cine peruano imparte clase magistral en FICG35

Los premios son muy importantes en la primera etapa de un cineasta, ya que son el impulsor de una carrera cinematográfica. Es lo que muchas veces se necesita para dar un paso adelante, pero la importancia va decreciendo conforme van pasando los años, afirmó el cineasta peruano Francisco Lombardi, quien impartió la clase magistral “Una vida de hacer cine”, de manera presencial, en la sala 2, del Conjunto Santander de Artes Escénicas, en el marco del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG).
 
Destacó que actualmente, por lo menos en su caso, hace películas que le gustan, y es fantástico si tienen premio, y agrega que no piensa en aspectos específicos que pudieran generar una determinada opinión para un festival.
 
Así habla quien a lo largo de más de cuatro décadas de carrera ha cosechado más de un centenar de premios y nominaciones, entre las que se encuentran Muerte de un magnate, que ganó mención especial del jurado, en Huelva en 1982 y, un año después por Maruja en el infierno; Concha de Plata al Mejor Director en el Festival de San Sebastián, en 1985 por La ciudad y los perros. El premio especial de Jurado, en 1988, por La boca del lobo, además de ganar el Goya a la Mejor película extranjera por Caídos del cielo, en 1990, filme que además fue candidato para los Premios Óscar o de la Academia, por Perú.
 
“Siempre digo que hacer cine es un privilegio. Es complicado hacerlo, pero al mismo tiempo es fantástico. Hacer las cosas que a uno le provocan satisfacción y poder vivir de eso, es un regalo maravilloso de la vida”.
 
Expresa que en su caso el cine ha sido beneficioso, ya que no lo ha sentido como un tema de ego, “sino una respuesta a un esfuerzo y a una propuesta que uno hace”.
 
Lombardi habló también de la literatura como fuente para hacer producciones cinematográficas. Este cineasta peruano escribió y dirigió Caídos del cielo, basada en el cuento de Julio Ramón Ribeyro "Los gallinazos sin plumas", así como la exitosa adaptación de la novela de Mario Vargas Llosa al cine “La ciudad y los perros”.
 
Expresó que para hacer películas sus dos impulsos son: una experiencia personal que se relaciona con la sociedad (no temas de angustia existencial del director), y el otro, algún libro, cuento, novela o relato que le haya impactado o interesado como punto de partida de un proyecto.
 
Explicó que siempre hay mucha tensión entre literatura y cine, y hay muchas maneras de acercarse a una novela literaria. En su caso externa: “He hecho una adaptación bastante fiel en La ciudad y los perros. Quería que fuera vista por muchas personas y participarles de mi gozosa experiencia de su lectura. Es una novela que quiero mucho, y traté de interpretarla en la fidelidad”.
 
En cambio, en Caídos del cielo, basada en un cuento que me gusta mucho, sí hice modificaciones, dijo
 
Explicó que una de las maneras de modificar es partir de un pequeño estímulo o relato, y de ahí hacer algo diferente. Otra es trasladando una historia que se desarrolla en un país y en una determinada época a la actualidad y en otra nación.
 
En la ponencia habló también sobre sus primeros contactos con el cine, en su ciudad de origen, Tacna, Perú, en donde fue cinéfilo, ya que el cine era al mismo tiempo la gran ventana al mundo, un escape, e ingreso a un mundo de fantasía diferente, y confiesa que desde niño siempre quiso introducirse en el mundo del cine.
 
Lombardi estudió cine en Santa Fe, Argentina, donde estudió el cine documental, que lo ligó a un cine relacionado con la realidad.
 
 
Atentamente
"Piensa y Trabaja"
"Año de la Transición Energética en la Universidad de Guadalajara"
Guadalajara, Jalisco, 22 de noviembre de 2020

 
Texto: Martha Eva Loera
Fotografía: Fernanda Velazquez