Periodismo Dadá, una invitación a “hackear” la realidad

Con el espíritu irreverente del movimiento Dadá como punto de partida, el periodista Pere Ortín planteó la urgencia de romper las formas tradicionales de narrar en periodismo, cuestionar los dogmas informativos y explorar nuevas maneras de mirar y contar el mundo; todo esto en la conferencia “Periodismo Dadá: hackear el periodismo, reinventar la manera de contar(nos) la realidad”, en el XXI Encuentro Internacional de Periodistas, que se celebra en la FIL de Guadalajara 2025.

“El periodismo Dadá no quiere dominarte, no te dice la verdad, ni te dice tampoco lo que debes hacer, lo que debes pensar o cómo lo debes hacer. El periodismo Dadá no busca que le creas, no busca soluciones de ninguna manera porque quiere contaminarte con preguntas, infectarte el virus de la curiosidad, desde la complicidad y nunca desde la autoridad”, declaró. 

Ante un Salón III del Hotel Barceló lleno de estudiantes, el periodista y director de documentales compartió que el periodismo Dadá no es una utopía “para soñadores, estúpidos e ingenuos como él. Es una pura necesidad”. 

“Necesitamos un hackeo urgente del periodismo especialmente para aquellos que son más jóvenes; crear periodismos nuevos, otros y despiertos. Se trata de sobrevivir caminando por los bordes de un mapa, crecer en los márgenes sin ser marginales y atreverse al final a volar hasta un lugar que no tiene pista de aterrizaje, porque ese mapa aún no está dibujado del todo. Cambiar porque sin cambio, sin reto, no hay creación y sin desafío, no hay humanidad”, expresó. 

Compartió que el periodismo Dadá se mezcla y se contamina con todas las artes, con todas las letras, con todas las ciencias, se unta de remix, de collage, de poesía y todo le sirve para imaginar un mundo distinto. 

“El periodismo Dadá asume su falibilidad, se equivoca todo el rato y eso es un gesto de fuerza, no de debilidad, como me hicieron creer a mí cuando me educaron como periodista. Muestra su proceso orgullosamente hecho a mano, y se ríe con ironía. Y, a veces, también con falta de respeto del periodismo convencional, rápido y furioso. Es el que hace clic, pero que ya ha hecho crack porque está muerto. Tenemos la obligación de hacer algo diferente, algo sexy, sexy, sexy”, argumentó.

Aseguró que él ya no quiere hacer periodismo con la tinta seca del siglo XX, de manuales polvorientos y axiomas repetidos hasta el aburrimiento; no quiere seguir leyendo el mundo como si hoy fuera 1995, y peor aún, contarlo con la voz de aquel que teme romper el cristal de un escaparate. 

“Ese periodismo que presume con la dentadura postiza de una objetividad que nunca existió. Pregunta cuatro cosas, a tres o cuatro personas a las que llama fuentes, que saben algo más o menos sobre ese asunto y luego nos lo empaqueta diciendo que esa es la verdad periodística con mayúsculas. Como si la suma de unos cuantos hechos y unos pocos datos sin contexto, sin vida, sin sudor, sin presencia, sin vida, pudiera acercarse un poquito a la extraordinaria complejidad de la existencia humana, aquello que nos hace humanos”, indicó.

Dijo que el periodismo convencional pasa por una crisis, y eso no es ni ninguna tragedia, al contrario, es una grieta, una ventana abierta por la que corren otros aires. 

“Es la oportunidad perfecta para pensar en colectivo, cómo queremos contarnos hoy el mundo. En el periodismo Dadá no hay nunca una sola respuesta. Siempre hay contradicciones, dudas, paradojas, errores hermosos, luminosos, porque ahí, justo ahí, está la vida. Siempre imperfecta y siempre caótica”, comentó. 

En la charla, moderada por la periodista y productora Florencia Guerra, destacó la relevancia del periodismo mexicano independiente, que a diferencia del comercial calificó de brillante.

Así lo dijo:

El periodismo convencional pasa por una crisis, y eso no es ni ninguna tragedia, al contrario, es una grieta, una ventana abierta por la que corren otros aires: Pere Ortín 

Atentamente
“Piensa y Trabaja”
“1925-2025. Un Siglo de Pensar y Trabajar”
Guadalajara, Jalisco, 5 de diciembre de 2025

Texto: Laura Sepúlveda Velázquez
Fotografía: Adriana González